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Desmontando a la "Guerrera". La urgencia de la salud mental en procesos oncológicos. Una reivindicación desde mi doble rol como paciente de cáncer de mama y trabajadora social clínica.

  • Foto del escritor: Alba Fernández Campo
    Alba Fernández Campo
  • 21 oct
  • 3 Min. de lectura

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El 19 de octubre, fue el Día Internacional del Cáncer de mama, las calles y las redes sociales se tiñeron de rosa y de mensajes que piden una mayor prevención y, sobre todo, más investigación. Y, aunque es necesario seguir visibilizando y reivindicando nuestros derechos como pacientes (no solo este día, sino todo el año), debemos ir un paso más allá. Como trabajadora social clínica especializada en salud mental y, más importante, como paciente de cáncer de mama, he vivido en carne propia la desconexión entre el foco puramente biomédico y la realidad psicosocial que nos atraviesa.


Es por eso que esta entrada de blog viene a ser una reivindicación en sí misma: la salud mental no es un accesorio; es la base para sobrevivir y para poder vivir durante y después del diagnóstico.


1.El coste del mandato de la "guerrera": Una lectura feminista.


El discurso popular nos ha impuesto siempre a las pacientes de cáncer mama el rol de "guerreras" o "luchadoras" que pueden con todo. Aunque bienintencionado, este mandato resulta profundamente machista y revictimizador por múltiples razones:


·         La imposición de la positividad: nos obliga a ocultar el miedo, la rabia, la tristeza y la fatiga para no "molestar" o para no ser vistas como "malas pacientes". ¿dónde queda el espacio para el derrumbe?

·         La responsabilidad individual: si no "luchas" lo suficiente, la culpa del mal pronóstico recae sobre ti, no sobre la enfermedad o la falta de recursos.

·         Silenciar el impacto femenino: el cáncer de mama ataca un órgano íntimamente ligado a nuestra identidad y sexualidad, ya sea por la mastectomía, el cambio hormonal o la pérdida de cabello. El estigma sobre la imagen corporal y la necesidad de "reconstruir" (física y emocionalmente) son una carga social que el feminismo debe denunciar y abordar desde un prisma interseccional.


¡El objetivo no es luchar, es afrontar! Y el afrontamiento se construye desde el realismo y el apoyo a nuestra salud mental.


2. La salud mental: más que un complemento, un pilar


La realidad clínica es innegable: el impacto emocional del cáncer de mama es profundo. Los trastornos de ansiedad, el miedo al futuro y la depresión no son excepciones, sino que se convierten en compañeros de viaje habituales durante en este proceso. Y es que el diagnóstico no solo sacude los cimientos de nuestra salud, sino también de nuestra identidad, nuestra familia, nuestros vínculos y/o nuestra sexualidad.


Como Trabajadora Social Clínica especializada en salud mental, os puedo decir que la enfermedad no ocurre en un vacío biológico ni en un hecho aislado de nuestra persona. El cáncer nos atraviesa en todos los sentidos: a nivel social, laboral y económico, y por ello, la atención que recibimos debe ser:


1.      Personalizada: Cada mujer vive su cáncer de manera única, influenciada por su historia, su cultura y sus recursos. La terapia y el acompañamiento psicosocial deben ser rigurosamente individuales. No existe un "protocolo emocional" estándar.

2.      Diversidad: El apoyo debe ser sensible a la diversidad de cuerpos, identidades y situaciones socioeconómicas, es decir, desde un enfoque interseccional.


3. Mi reivindicación de la terapia


La terapia en oncología es vital. No debería ser un lujo, sino una herramienta de supervivencia accesible y universal, ya que:


·         Valida la rabia, la injusticia y el miedo, creando un espacio seguro para el derrumbe.

·         Enseña estrategias para gestionar el estrés y la fatiga oncológica.

·         Mejora la comunicación con el equipo médico y el entorno familiar.

·         Conecta a la paciente con recursos sociales y económicos que alivien la carga diaria.


Por todo ello en este día hago un doble llamamiento:


Al Sistema Sanitario, porque la salud mental debe integrarse como un pilar fundamental en la atención de los procesos oncológicos, garantizando que toda paciente tenga acceso a una terapia de calidad sin barreras económicas.


Y a las pacientes, mis compañeras, decirles que nuestro cuerpo está luchando contra una enfermedad y algo fundamental que podemos hacer para cuidarnos es permitir que no solo nuestro cuerpo sino también nuestra sea cuidada y acompañada. Poner en el centro nuestra salud mental es un acto de supervivencia y de autocompasión.

 
 
 

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